¿Cómo nosotros, la prensa deportiva, no hemos fiscalizado lo suficiente a Rubiales y compañía? ¿Cómo hemos tolerado, normalizado, aplaudido, servido como correa de transmisión cuando había tantas señales que estaban a la vista? ¿Cómo compramos tan fácilmente el discurso sobre las 15 calificándolas de niñatas, caprichosas, malcriadas, chantajistas y lo aireamos generando un rechazo generalizado hacia ellas? En definitiva: cómo las dejamos solas y sobre todo por qué. Y la respuesta llegaba clara, inmisericorde, tajante: porque en el periodismo deportivo también hay muchos Rubiales.
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